Amigo o enemigo: Metagenómica en la salud y en la enfermedad
Esta complejidad hace que sea extremadamente difícil identificar agentes y/o mecanismos patógenos específicos mediante métodos tradicionales como el cultivo bacteriano. Sin embargo, la metagenómica, en tándem con la llegada de la tecnología de secuenciación de próxima generación, es capaz ahora de estudiar comunidades microbianas enteras al mismo tiempo (3). Los primeros perfiles metagenómicos del microbioma oral se centraban en patologías orales, y revelaron comunidades microbianas multiespecie complejas y distintivas dentro de la placa dental y las caries, así como diferencias marcadas en la composición de la microbiota entre individuos que han sufrido estas patologías, en comparación con los que no (3, 4). Otros estudios han usado los enfoques de la metagenómica para ampliar más lo último, ayudando así a construir perfiles bacterianos característicos de individuos con periodontitis u otras enfermedades inflamatorias (2). Esto es especialmente relevante porque la inflamación oral se ha vinculado con un riesgo elevado de padecer enfermedades cardiovasculares (5). De hecho, la metagenómica se ha usado para encontrar las bacterias en placas ateroscleróticas también presentes en abundancias similares en la cavidad oral, indicando tanto una relación potencial entre las dos poblaciones como la posibilidad de que el microbioma oral pueda usarse como biomarcador para enfermedades cardiovasculares (6).
La microbiota del intestino
La microbiota del intestino es la comunidad microbiana más conocida de las que residen en el cuerpo humano. Aunque suele estar dominada por solo dos filos, la microbiota del intestino es inmensamente diversa en los niveles taxonómicos más bajos. De hecho, en 2016, se habían identificado y catalogado más de 10 millones de genes que componen el microbioma intestinal (7). Del mismo modo que los contactos externos moldean parcialmente la microbiota intestinal, los hábitos dietéticos a largo plazo modulan la composición de la microbiota del intestino (7). Dado su papel en la digestión y el metabolismo, cabe esperar que la microbiota del intestino se haya vinculado a la obesidad y a enfermedades metabólicas, como la diabetes de tipo II (7). Los enfoques de metagenómica se han usado para investigar las propiedades del microbioma del intestino en un esfuerzo para identificar marcadores específicos y/o perfiles asociados con la patología (8). Los estudios en individuos delgados y obesos, por ejemplo, han desvelado que estos últimos pueden presentar una mayor diversidad de especies y/o experimentar cambios proporcionales en la composición del microbioma (9), mientras que la elaboración de perfiles de metagenómica de la microbiota del intestino de pacientes diabéticos ha identificado biomarcadores de polimorfismo específico de las especies (10–11).